Divina calma del mar donde la luna dilata largo reguero de plata que induce a peregrinar
En la pureza infinita en que se ha abismado un ilusorio pañuelo tu solicitado deseo y ante la excelsa quietud cuando en mis brazos te estrecho es tu alma sobre mi pecho melancólico laúd Abre tu pasion y dame sueves besos que la luz blanquencina roce tu hermoso cuerpo Quiero ver danzar las estrellas encendidas de celos por hacerte el amor y elevarte al cielo Extasiados sobre la arena las olas calmaran nuestro fuego de luz distante en sombra íntima y en blanco manto nos tapará nuestros desnudos cuerpos Maribel Alonso & A 30 junio 2013
Acércate, pero hazlo muy lentamente... dame un instante que dure por siempre. ¡Brilla con ese brillo de lo inalcanzable, deja fluir de tu esencia lo más deseable, ponle tu mágico e inconfundible sello y mátame de pasión en un eterno beso!
Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.
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Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.
Federico Garcia Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898 – entre Víznar y Alfacar, Granada, 19 de agosto de 1936) , poeta, dramaturgo.